domingo, 20 de enero de 2008

La tragedia de lo bello

Munch
No me había dado cuenta pero tengo que reconocer que la tragedia ejerce algo de fascinación sobre mí. Y no es porque me guste el dolor, porque creo que, como cualquiera, prefiero pasar de puntillas, con los ojos cerrados y sin respirar por los malos tragos que tiende la vida. Pero es cierto. Las historias de suicidas, de amores imposibles, de vidas arruinadas, me gustan. Y no soy la única. En su libro 'El lado frío de la almohada' escribía Belén Gopegui: "Hace tiempo que vengo observándolo en los escritores, pero también en las personas que no escriben.Cuando se quiere dar relevancia interés, profundidad a un personaje, se le adjudica algún sufrimiento". Quizá sólo sea porque este componente trágico les haga estar por encima de esa 'vulgaridad' que es la felicidad, quizá porque nos gustan las historias más grandes que la vida misma... o quizá es el morbo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...absolutamente de acuerdo: lo trágico atrae cuan poderoso imán.
(¿morbo?, sí; también.)