Creo que era Alejandro Dumas el que, apenado por la muerte de su 'negro', recibió una extraña visita. "Señor, soy el negro de su negro", aseguró el desconocido. Y ya no había por qué preocuparse más. La imprenta podía seguir activa.
Dos siglos después, las historias de negros están a la orden del día. ¡Qué se lo digan a Ana Rosa! La última que se ha sabido es la de Sánchez Dragó. El pobre "no tiene tiempo" para minucias como ponerse a escribir... Al menos, nos proporciona unas carcajadas.
domingo, 30 de septiembre de 2007
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